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-Bueno, si sigue frecuentando más sus terapias pronto
tendremos buenos resultados –les dijo el
médico a las Donovan cuando estaban por salir de su consultorio, al finalizar
la terapia.
-Eso esperamos Dr. Denzell, solo queremos que mi mamá pueda,
algún día volver a caminar –acotó Chanel.
-Nos vemos dentro de un mes Dr., gracias por todo –le agradeció
Mariana.
Chanel, Mariana y su madre salieron muy contentas de la terapia, su mamá estaba progresando cada vez
que asistía y eso le hacía ver a Mariana que debía esforzarse más por obtener
el dinero necesario y no dejar que Liam les diera dinero como esa vez. Como era período escolar, las ventas en la
librería subieron, gracias al ingenio de Mariana de incorporar libros para toda
clase de grados y carreras y no dejar la librería solo en libros de lectura
clásica y novelas contemporáneas.
Mariana estaba acomodando la nueva mercancía en los
estantes. Los libros que tenían poca demanda comenzó a subirlos en lo más alto
de los estantes. Consiguió una gran escalera y la hizo reposar en el estante
para subirse hasta el tope y guardar una colección de libros muy antigua allí,
la escalera tambaleó un poco cuando comenzó a subirse pero pudo estabilizarla,
claro, era más seguro que alguien la estuviera sosteniendo por si acaso. La
campana de la puerta avisó que alguien había entrado a la librería.
-¿Hola? –preguntó la persona quién entró.
-¿Se le ofrece algo?
-Si, quería saber si tiene un libro que ando buscando
disculpe, ¿dónde se encuentra?
-¡Aquí al fondo! –le respondió Mariana en voz alta, para que
pudiera escucharla. Ella sintió los pasos de la persona acercándose pero no
quitaba la vista de los libros que estaba acomodando. -¿Qué libro estaba
buscando? –le preguntó sabiendo que la persona estaba justo debajo de ella.
-Busco un libro llamado “Reflectores
bajo el agua”. –Cuando Mariana escuchó ese nombre y la voz de la persona ya
estando cerca de ella abrió sus ojos como platos y tambaleó de la escalera a
tal punto de perder el equilibrio y caer, para su suerte, la persona que estaba
debajo de ella pudo atraparla aunque casi cayó al suelo al hacerlo.
-¡Kendall! –Exclamó Mariana al ver quién la sujetaba era el
mismísimo Kendall.
-Hola –le dijo él con una sonrisa, seguidamente la bajó de
sus brazos. –Estás de suerte que soy bueno atrapando cosas, sino ambos
estuviéramos mínimo fracturados.
-No soy una cosa –le respondió mientras arreglaba su ropa
-¿Qué haces aquí?
-Pues vine a verte.
-¿A verme? –La chica se sonrojó y se puso un poco nerviosa
al escuchar lo que Kendall recién le había dicho.
-Si, bueno… ¿Podemos hablar en otra parte?
-Falta una hora todavía para que pueda cerrar la librería
–hizo una mueca a un costado de su boca.
-Okey, entonces –se sentó en el escritorio que estaba al
lado de la recepción –yo espero.
Mariana no supo como actuar ante eso que había hecho
Kendall, simplemente dejó que pasara el tiempo sentado en esa silla mientras
ella seguía ordenando los libros nuevos que habían llegado. Pasó la hora para
que Mariana cerrara el local y caminaron por las calles de California Heights,
ya el sol comenzaba a ocultarse y la noche hizo presencia, ellos solo seguían caminando.
-Pensé que nunca volvería a verte –musitó ella.
-¿Porqué dices eso?
-Te fuiste sin despedirte y no supe más de ti en éste tiempo
que ha pasado.
-¿Tenía que despedirme de ti? –Preguntó confundido. Ella
sólo se encogió de hombros.
Se sentaron en el banco de un parque que estaba por los
alrededores para poder hablar, ella frotó sus manos para propagar un poco de
calor, ya que la noche estaba muy fría. Al percatarse de eso, Kendall se quitó
su chaqueta de cuero y se la colocó a ella sobre su espalda.
-Gracias. Kendall, ¿qué querías hablar?
-¿Hablar? No, yo solo quería verte –ella se ruborizó. –No me
preguntes porqué, simplemente quería
volver a verte. Es extraño pero, cuando estoy contigo siento que puedo ser yo
mismo. -Él la miró y le dedicó una pequeña sonrisa, Mariana no podía ni hablar,
estaba atónita por lo que Kendall le confesaba. -¿No vas a decir nada?
-Es que… Bueno yo… -suspiró e intentó hablar nuevamente- Eso
que acabas de decir es muy bonito, gracias.
-Es que, es tan diferente cuando estoy con personas cercanas
a mí a cuando estoy frente a la mira de los fotógrafos desquiciados, las
cámaras, los entrevistadores… Tienes que aparentar ser algo que no eres y
cuidarte de que no hagan algo mal porque pueden llegar a destruir tu carrera en
segundos.
-¿Porqué eso último lo dijiste con desánimo? ¿Acaso hicieron
eso contigo?
-¿No te has enterado de nada, uh? –Ella agitó su cabeza
negando ante su pregunta –Bueno, ayer pasó algo muy desagradable en Los
Ángeles, los paparazzi hicieron lo suyo y ya mi carrera va cuesta abajo.
-¿Qué sucedió? –Preguntó con curiosidad. Él tomó aire.
-Una chica realmente fastidiosa comenzó a perseguirme
mientras caminaba de regreso a mi casa, mientras más me apresuraba ella más se
acercaba. De un momento a otro la chica me alcanzó y comenzó a tocarme y
hacerme preguntas desesperadamente, incluso intentó besarme a la fuerza, ¡era
una maniática!
-¿Y tú que hiciste?
-La tomé del brazo con mucha brusquedad e intenté alejarla
de mi, al parecer un paparazzi andaba cerca y tomó fotos cuando yo la forzaba a
alejar a la chica de mí, al día siguiente, o sea hoy, salió por todas partes
que yo quise abusar sexualmente de la chica rara esa.
-¡Oh por Dios!
-Si, y lo peor era que mi representante estaba por
conseguirme un gran papel en una película de Steven Spielberg. Ahora con eso
que publicaron todos los periódicos y revistas, todas las ofertas de personajes
fueron canceladas por los directores y productores de las películas y series de
televisión.
-Lo siento mucho –colocó su mano en el hombro de él.
-Por eso estoy aquí –susurró con la mirada clavada en el
suelo. – Aunque te parezca extraño eres la única persona en quien puedo confiar
Mariana.
Mariana lo observó detenidamente y se encontró con sus ojos
hermosamente verdes, no sabía que decir ni cómo consolarlo pues no tenía idea
de que podría sentir él en aquel momento, tan solo lo abrazó y le murmuró un “Lo siento tanto”. Pasaron unos minutos
más y Mariana le sugirió que regresaran, pues ya se estaba haciendo tarde y
Liam seguramente estaría preocupado.
Al estar en la puerta de su departamento, se despidió de
Kendall y él continuó su camino al hotel donde estaba hospedado con un paso
apresurado. Ahora a Mariana le tocaría soportar las preguntas de su primo Liam.
-¡Vaya, vaya! Hasta que llegas prima, ¿dónde estabas? Ya me
estaba preocupando.
-Salí a dar una vuelta.
-¿Sola? –Ella asintió. –Que extraño, no te vi salir de aquí
con esa chaqueta, de hecho, ni siquiera es tuya. Más te vale decirme la verdad.
-La dejaron en la librería y me la traje.
-Mariana –susurró Liam con autoridad –dime la verdad.
Ella profirió en voz baja y pensó en algún tipo de excusa
pero no se le pudo ocurrir nada, tuvo que contarle la verdad a su primo.
-Estaba con Kendall.
-¿Qué? ¿Estás loca? ¡En las noticias salió que intentó
violar a una de sus admiradoras Mariana!
-¡Eso es mentira! –Lo defendió.
-¡¿Y cómo estás segura de que no te está mintiendo para
aprovecharse de ti?!
-¡Yo sé que no es así, él no es así!
La discusión se tornó más intensa, al punto que ambos se
gritaban sin control. Quizás Liam estaba siendo muy exagerado, quizás Mariana
estaba muy a la defensiva. -“¡Eres un
idiota Liam!” Fue lo último que dijo la chica antes de subir hecha una
furia y dar un fuerte golpe a la puerta de su cuarto al cerrarla.
Esa noche ni siquiera bajó a cenar y al día siguiente ignoró
completamente a su primo.
Nota de la escritora: Por favor, si has leído éste capítulo, califícalo según tu criterio y comenta. Todos los derechos son reservados. S93N © 2012 .