Veintiún días para enamorarse

Hola, esta es una novela corta que escribí para mi mejor amigo. "Veintiún días para enamorarse: Cuando dos chicos se enamoran". Él ama a Harry de One Direction y decidí regalarle una pequeña historia.  ¡Aquí se las dejo y espero que les guste! ;)




Puedes descargar la siguiente novela en archivo PDF dando click AQUÍ 


-I-


       
«Por fin llegó el verano, ya por fin podré llegar a casa y pasar un delicioso mes descansando luego de una extensa gira con la banda. -Pensó Harry -Al legar a casa, me lanzaré en mi acolchada cama para dormir por un largo rato. » 

Su plan era dormir por unas largas doce horas pero muy temprano a la mañana siguiente Louis llegó inoportunamente a su departamento a interrumpir su tan necesitado descanso. 

-Anda Harry, vamos a salir un rato. 

-¡Que no Lou! Quiero descansar -espetó. 

-Está bien gruñón, no te alteres. 

-Lo siento, sólo quiero descansar. Dile a Liam que te acompañe o a tu noviecita. 

-¿Celoso? -Cuestionó Louis en tono de burla. 

-¡Largo zanahoria, andante! -Le lanzó una almohada. 

Louis echó una pequeña carcajada y se marchó. Tan solo quería que Harry lo acompañase al supermercado. 

Tras haber dado vueltas y vueltas en la cama, Harry no pudo dormir. Se levantó murmurando malas palabras y se metió al baño a ducharse pues al su amigo haberlo despertado hizo que perdiera totalmente el sueño. Lo que más le molestaba a Harry era que Louis tuviera novia, aunque ella fuese agradable, él simplemente no la soportaba. 

Pasada la hora del medio día, comió un sándwich. Se amarró los rulos que caían suavemente en el rostro y se colocó una gorra, unos lentes y hasta un bigote falso, eso indicaba que era hora de salir a la calle como un desconocido y no como Harry Styles el cantante. 



«Mmmh, a ver, ¿a dónde puedo ir? -Pensó el chico. -Un lugar donde no haya una gran cantidad de personas, tiene que ser un lugar donde pueda respirar aire fresco y donde encuentre un poco de paz. Claro, el Real Jardín de Kew. » 

Pensó en el jardín botánico porque le gustaba encontrarse con la naturaleza y lugares como ese lo hacían meditar un poco más. 

Mientras paseaba por aquellas grandes extensiones, introdujo ambas manos en los bolsillos de su chaqueta, una costumbre que no podía dejar. Mientras caminaba en su mente lo torturaba un monólogo interno, cada vez que pensaba en eso se ponía nervioso y frustrado. 

«Dios mío, ya no sé que hacer con este sentimiento -pensaba -estas ganas de gritarle al mundo quién realmente soy... pero ¿y si no me aceptan? ¿Qué pensarán mis fans? No, no puedo hacerlo, no quiero que me dejen de querer porque soy... diferente. » 

Aunque Harry parecía ser un chico muy seguro de sí mismo, le temblaban las piernas al pensar qué sucedería si los demás se enteraran de que su sexualidad no era la misma que aparentaba. Salía con chicas para disfrazar sus sentimientos pero terminaba las relaciones al poco tiempo. Era algo que no debía ocultar pero tampoco contar, o por lo menos, eso pensaba él. Suspiró y se sentó en un banco que estaba por el alrededor, tan solo se quedó mirando cada movimiento que hacían las personas, cómo actuaban, cómo sonreían, hasta que su mirada logró captar a un chico que sonreía ampliamente con una cámara fotográfica en la mano. Destilaba una gran emoción al ver cada centímetro de ese hermoso lugar, una energía que a Harry definitivamente le cautivó. 

Siguió observando al chico y sonrió con la mirada baja, le parecía un poco gracioso pero adorable a la vez. "Turistas" -Susurró. 

Cuando levantó la mirada nuevamente vio que el mismo chico se acercaba hasta donde él se encontraba, tragó un poco de saliva y desvió la mirada a un costado. 

-¡Hola! -Dijo el chico. 

Harry volteó a verlo como si no tuviera idea de que estaba sentado en el mismo banco. -Hola. 

-¿No te encanta éste lugar? Es hermoso. -Agregó con entusiasmo. 

-Es muy agradable estar aquí, es un buen lugar para meditar... Tú, ¿eres turista? 

-Sí, no pertenezco a estos lados. Vine de vacaciones. 

-¡Oh! Que bien. 

-Mi nombre es Diego -dijo el chico al mismo tiempo que ofrecía la mano a Harry, muy sonriente. Dudó en decir su nombre y se la dejó extendida por algunos segundos. Suspiró y aceptó el apretón de manos. 

-Harry, mucho gusto. 

-El gusto es mutuo. 

El chico sonreía de una manera tan contagiosa que Harry terminó sonriendo. Todavía le resultaba atractivo el hecho de que el chico fuera tan alegre. Eso le gustaba. 

-Oye -dijo el chico -¿quisieras acompañarme a recorrer el lugar? Y quizás un poco más de Londres. Es que, quiero conocer todo y no tengo mucho tiempo y como tu eres de acá... 

-¿Cuánto tiempo te quedarás? 

-Tres semanas. 

-¿Y cuándo llegaste? 

-Ayer, pero no salí porque estaba acomodándome en el hotel y quise descansar y adaptarme al cambio de horario. 

-Pues Diego, no tenemos mucho tiempo así que comencemos a recorrer el resto de lugar y luego te invito un café, ¿quieres? 

Diego asintió gratamente y ambos comenzaron su pequeño tour. Para Harry, hacer este tipo de cosas era agradable, quizás mucho. A él le gustaba pasear por las calles de la ciudad para despejar su mente y acompañado más. Luego de terminar el recorrido por el Real Jardín de Kew, Harry llevó a Diego a una cafetería cercana y le invitó un café. Allí hablaron un poco más a gusto. 

-Y Diego, ¿de dónde vienes? 

-De Venezuela -agregó con tono orgulloso. 

-¿En serio? Nosotros vamos a dar un... Oh, no, nada. -Se trabó un poco al hablar. -Lo que quise decir es que es un lindo lugar. Yo voy con unos amigos dentro de algunos meses. 

-Lo sé, a dar un concierto con Louis, Niall, Liam y Zayn. 

Harry se ahogó con el sorbo de café. 

-¿Disculpa? 

-Ni con ese bigote y esa barba falsa podría confundir a Harry Styles. 

-¿Qué? Pero, ¿cómo lo sabes? Si nadie lo había notado. -Bufó. Diego se encogió de hombros y le regaló una pequeña sonrisa. -Si lo sabías, ¿por qué no gritaste, te emocionaste, me pediste un autógrafo o una foto? -Preguntó sorprendido. 

-Si lo hice, internamente. Al sentarme en ese banco y ver el tatuaje apenas visible en tu pecho tuve una explosión de emociones pero no quería que tuvieras esa primera impresión de mí, tampoco quería que salieras huyendo. 

-Oh -exclamó. 

-Además, tu voz es algo inconfundible. No muchos tienen una voz tan ronca y hablan tan despacio como tú. -Harry lo miró perplejo. -Eso es un cumplido Harry. -Esbozó una sonrisa. Harry soltó una pequeña carcajada. 

Estaba sorprendido, nunca antes le había pasado lo que recién le sucedió. Siempre pasaba desapercibido o en casos contrarios, lo descubrían cuando él mismo se quitaba los lentes. 

Luego de tomar un café y un pequeño descanso, Harry le dio a conocer a Diego otro lugar. Un parque cercano a esa misma cafetería. Cuando ya estaba anocheciendo, el castaño de rulos se despidió del chico pero no sin antes quedar de acuerdo en verse al día siguiente para llevarlo a conocer el gran puente de Londres.


-II-

A ese otro día, luego de visitar el “London Bridge” fueron a Buckinham Palace y Queen Victoria Memorial donde presenciaron el famoso cambio de guardia de la infantería, una de las atracciones turísticas más famosas de la ciudad de Londres. Los días de paseo se extendían, Diego y Harry se veían a un día intermedio, iban a visitar muchos lugares que Diego ni siquiera sabía que existían y hasta los lugares favoritos del cantante. Pasaba a buscarlo dos horas antes de las doce del medio día en su lujoso auto, almorzaban juntos y luego se iban de paseo. 
Durante el transcurso de esa semana y media que transcurrió Harry se sentía feliz y definitivamente atraído por la sonrisa del chico. Cuando llegaba a casa, luego de un largo día de turismo, pegaba las fotos que se tomaba con Diego en la pared, pues Harry le regaló una cámara de fotos instantáneas un día que visitaron una especie de exhibición de cosas antiguas. Siempre tomaban dos fotos; una para él y una para Diego.
Para Diego, era un sueño pasar tan lindos momentos con Harry, a él le encantaba y no se avergonzaba debido a que estaba conforme con su sexualidad y hace mucho tiempo había admitido su atracción por hombres, a diferencia de Harry que le costaría aún más poder decir la verdad al mundo entero, estaba lleno de pánico. Diego no dejaba de soñar con aquel momento de poder tomarle la mano y caminar juntos por las calles, pero le daba miedo sentir algo más fuerte por Harry al recordar que le quedaban trece días en esa ciudad de ensueño.



-¿Si, diga? –Atendió Diego la llamada que recibía a la recepción. Tenía una llamada que sería transferida hasta el teléfono de su habitación. –Si, pase la llamada –agregó. 

-Hola –saludó Harry con desánimo. 

-Hola, ¿cómo estás? 

-Pues, bien. Llamo para cancelar lo que teníamos planificado hoy. Lo siento. 

-¿Por qué, sucede algo? 

-Es que tengo que irme por tres días a Estados Unidos, por algo de unos premios. 

-¡Oh! –exclamó con un poco de tristeza. –Bueno, es tu deber. ¿Nos vemos en tres días? 

-No, nos vemos en una semana. Es que al regresar tengo que ir al estudio, comenzaremos a grabar para el nuevo disco. 

-Está bien Harry. 

-Lo siento, yo quería estar contigo. –Harry colgó. 

Definitivamente estar una semana sin Harry no era el plan. Ahora le tocaría pasar esos largos siete días solo. Pero, su corazón no dejaba de latir por lo que Harry le había dicho, “…yo quería estar contigo”. 

Afortunadamente para Harry la semana pasó volando entre tanta adrenalina. Estando de nuevo en el estudio de grabación era sensacional, le encantaba pasar tiempo con sus cuatro mejores amigos. Pero los otros dos días siguientes se le pasarían eternamente pues al llegar a casa recordaba al chico que de un momento a otro lo hacía suspirar. Por su parte, Diego disfrutaba esa semana, conoció a un grupo de personas que estaban en habitaciones vecinas y siempre salían a divertirse, iban a clubes a tomar un poco y bailar pero le sucedía lo mismo a Harry, cada vez que regresaba a su habitación de hotel, lo recordaba. No podía evitar pensar en todo lo que habían hecho al ver las fotos que tenía guardadas en su agenda. 

Una tarde, luego de salir a almorzar con dos chicas que había conocido en el transcurso de esos días, Diego volvió a su habitación de hotel. Estaba asomado en el balcón que daba vista a la hermosa ciudad de Londres. Mientras la brisa movía algunas hebras de su cabello, pensaba en su hogar, extrañaba mucho a su madre, ya no veía la hora en volver. Pero sus pensamientos tenían una discusión, pues una parte de él quería regresar y otra quería quedarse con Harry. 

-¡Ya voy! –Respondió a los tres golpes que dieron a la puerta de su habitación, seguro era uno de los chicos que había conocido esa semana. –Hola –dijo atónito. 

-Tengo dos entradas para el Acuario Sea Life, ¿quieres ir conmigo? –Articuló Harry cuando Diego abrió la puerta. El chico sonrió de oreja a oreja e inconscientemente se abalanzó encima de Harry y lo abrazó. 

-Lo siento –se disculpó por abrazarlo. 

-No te disculpes, eso fue un gran recibimiento. –Diego se ruborizó. 

-Entonces, ¿vamos? 

-Sí, por supuesto. 

Diego no podía explicar aquella satisfacción de volver a ver a Harry, y más, que no se esperaba verlo ese día. Se divirtieron mucho en el acuario, era un lugar increíble. Recorrieron todo el lugar hasta llegar a un pequeño espacio donde habían tres largos muebles en forma de filas y entre ellos unas mesitas ratonas, el lugar tenía una pared de vidrio dónde se podía apreciar un habitad de tiburones y otros peces que nadaban en tranquilidad. Harry le ofreció a Diego sentarse un rato y disfrutar de esa vista tan llena de armonía, ambos sonrieron y Harry no pudo quitarle la vista de encima al chico. 

-Gracias por acompañarme –suspiró. 

-Gracias por invitarme –replicó el chico. Ambos volvieron a sonreír. 

Harry desvió la vista al vidrio y volvió a suspirar. Mientras no miraba, Diego intentó acercar su mano a la de él y tomarla pero su cobardía no se lo permitió y la alejó, pensó que Harry jamás podría sentir una pizca lo que él sentía por pero se llevó la sorpresa de que, al Harry voltear de nuevo su mirada hasta los ojos del chico, tomó su mano y entrelazó sus dedos con los de él. Diego se ruborizó. 

-Te vi a través del vidrio –susurró. Diego permaneció callado. –Yo tengo tanto o más miedo del que tu sientes, pues yo no había hecho esta clase de cosas con otro chico, no sé que me pasa contigo –al decirlo se acercó un poco más a Diego –desde la primera vez que te vi sentí algo extraño en el estómago, aún sigo sintiéndolo. 

-Harry yo… 

-No digas nada, sólo quédate a mi lado –al decir eso, se acercó lo más posible y apoyó su cabeza en el hombro de Diego, cerró los ojos y suspiró. Diego acarició sus rulos. –Ojalá pudiéramos quedarnos así por siempre. 

Diego sentía que las piernas le temblaban, tanto anhelar ese momento por años y en tan solo dos semanas pudo sentir todo aquello que quería sentir alguna vez; que su más grande amor sintiera algo por él. Y Harry definitivamente lo sentía. 

Ambos sabían que sentían lo mismo, pues, las personas que sienten atracción por los de su mismo sexo tienen una especie de intuición de saber reconocer a alguien igual y saber lo que sienten. Por primera vez en las dos semanas y media que tenían los chicos de conocerse Harry invitó a Diego a su casa. Allí, se dispusieron a pasar una noche llena de películas y diversión. Mientras veían una de las películas echados en el gran sofá frente a una enorme pantalla y una sala alumbrada solamente con el reflejo de la película, se reían y bromeaban uno acerca del otro. De momento, Harry tomó la mano de Diego y comenzó a jugar con sus dedos, el chico lo miró de reojo y sintió un ardor en sus mejillas, seguramente estaba tan rojo como un tomate. A pesar de ser un chico bastante extrovertido, al relacionarse con amor Diego era una persona muy tímida pero Harry intentaba desaparecer esa timidez. 

-Me encanta este día –murmuró Harry. –Desde el comienzo hasta el final, porque sé que a la hora de dormir, te abrazaré a ti en vez de una almohada. 

-¿Quieres que me quede contigo? 

-Sí. 

-¿No tendrás problemas? 

-¿Por qué los tendría? Es mi casa.

-Harry yo -cerró sus ojos y los apretó luego de suspirar-, te quiero.

-Yo también te quiero -acarició su mejilla y le sonrió dulcemente.

Al decir eso, Diego abrazó aún más a Harry y terminaron de acurrucarse. Ambos jugaban con sus pies –que estaban reposando en un posapies- hasta que en un momento dado ya Diego tenía su pierna encima de la de Harry, éste pasó su brazo por la cintura de Diego y lo abrazó de una manera muy confortable. Y así se mantuvieron hasta el final de la película, estaban callados y abrazados. Luego de que terminó la película Harry sugirió dormir, pero Diego dudó un poco y le pidió que lo llevara al hotel, cosa que el chico de rulos no aceptó. Le tomó la mano y se lo llevó a su habitación. Después de tanto insistir, el chico accedió quedarse pero el hecho de dormir en la misma cama lo ponía un tanto nervioso.  Cuando comenzó a amanecer, los ojos de Diego comenzaron a abrirse, lo primero que vio fue el rostro de Harry aún durmiendo, sonrió. Era lo más hermoso que había visto, ver a Harry dormir y transmitir tanta paz y tranquilidad. Pasó su dedo índice por el contorno del labio superior de Harry y suspiró, posteriormente mordió su labio inferior, «lo que daría por besar esos labios». 

-Buenos días –dijo con su voz ronca. Diego se sobresaltó un poco y Harry rió. 

-¡Pensé que dormías! Casi me matas del susto. –Agregó Diego entre risas. 

-Esa era la idea –elevó un poco la cabeza y besó fugazmente la mejilla de Diego, luego se levantó de la cama y se metió a la ducha. 

Ese día al igual que los siguientes cuatro pasaron rápido, Harry trató de pasar el mayor tiempo posible con Diego pero su agenda no se lo permitía. Y un día antes de que Diego tuviera que marcharse no fue la excepción, Harry tenía que ir al estudio pero quería estar con él así que lo invitó al estudio, quería llevarlo a conocer el  lugar donde se realizaba el nuevo álbum, además de que quería que los demás chicos de la banda lo conocieran. Para Diego fue extraordinario conocerlos a todos, a Niall, Louis, Liam y Zayn, nunca se imaginó que Zayn luciría más ardiente en persona que lo que aparentaba en fotos. 

Cuando por fin terminó aquella larga sesión en el estudio, los chicos invitaron a Harry y Diego a una pequeña fiesta fiesta en casa de Louis pero el chico de rulos se negó, quería pasar la última noche junto a Diego, quería ayudarlo a empacar sus cosas.



-¿Me dejas quedarme contigo esta noche? –Preguntó Harry al momento que se sentó en la orilla de la cama, con cara de pocos amigos. 


-Claro que sí –se sentó junto a Harry y pasó su mano por la espalda de él, para consolarlo. 



Harry lo miró con tristeza, estaba totalmente desolado, seguramente esas tres semanas fueron las mejores que había pasado en su vida. Suspiró y tragó saliva, pensó que en tan solo unas horas más Diego ya no estaría con él.  Tomó sus mejillas con ambas manos y acercó su rostro hasta el de él, reposó su frente en la de Diego y tan solo se sentían las respiraciones de ambos chocando entre sí. 


-No te puedes ir sin antes saber que… te amo Diego, te amo y sé que no me arrepentiré jamás de esto. 

Comenzó a acercarse más, su nariz rozaba con la del chico y acarició una de sus mejillas con ella, le proporcionó un par de besos en la misma hasta llegar a sus labios, los labios que quería besar desde el momento que los vio. Anhelaba tanto poder sentir la caricia de esos labios hasta que por fin lo logró con un delirante beso mientras acariciaba su corta cabellera. Era la mejor manera de despedirse. 



-III-




El camino al aeropuerto se hizo largo, ambos con una expresión de pocos amigos pero al mismo tiempo iban plenos de dicha, mientras que Harry conducía con su mano derecha, la izquierda iba atada a la mano de Diego. Al llegar al lugar y antes de bajar del auto, se abrazaron y Harry besó la mejilla del chico. No podían siquiera hablar, sus gestos y sus miradas hablaban por sí solas. 

-Te voy a extrañar –le susurró Harry en el oído mientras lo abrazaba, ya habían hecho el llamado de su vuelo de regreso a Venezuela. 

-Y yo te voy a extrañar a ti, muchísimo. 

-¿Me seguirás amando mañana? 

-Siempre –respondió con una voz tierna. Ambos suspiraron, Diego se dio media vuelta y comenzó a caminar hasta la puerta de abordaje, pero antes de cruzarla echó una última mirada y le sonrió al chico de sus sueños. –Hoy, mañana y siempre te amaré –profirió. Cruzó la línea y abordó.

Ya estando en su asiento dentro del avión no pudo evitar derramar un par de lágrimas, tan solo se aferró a la cadena que adornaba su cuello, la cadena que antes era la preferida de Harry y que ahora le pertenecía a él. 

Luego de esa aventura tan apasionante de tres semanas, ellos se volvieron a ver. Harry fue a Venezuela a dar un par de conciertos y pudieron pasar un increíble momento juntos. Y, para el verano siguiente Diego volvería a Londres, en busca nuevamente de su amor, pues aunque tardaron veintiún días para enamorarse completamente les llevaría la vida entera alejarse el uno del otro. Ninguno estaba dispuesto a rendirse y seguirían luchando por ese increíble y mágico amor que tenía mucho camino por recorrer. 



FIN.





Todos los derechos del autor son reservados. ©S93N 2013 .

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