20 de enero de 2013

DON’T YOU KNOW ME?: Capítulo 8


Pasado varios días Mariana no sabía de Kendall, él no había ido a visitarlo como acordaron y hasta le falló en una cita que tenían. En vez de estar molesta, estaba preocupada y un tanto asustada por el chico.

Luego de cerrar el local, al llegar a su departamento lo primero que hizo fue buscar en su agenda el número del hotel donde Kendall se hospedaba y llamarlo.

-Por favor, me transfiere  a la habitación 321 –dijo Mariana al teléfono. Estaba llamando al hotel.

-Espere un momento por favor –tardó unos segundos-, disculpe señorita pero esa habitación ha sido desocupada.

-¿Qué? ¿Desde cuándo?

-Hace… tres días.

-Pero eso no puede ser –exclamó -¿Sabe a dónde se fue el huésped?

-No, disculpe.

-De acuerdo, muchas gracias –colgó. Mariana estaba confundida, no sabía que estaba sucediendo exactamente, ¿dónde podría estar Kendall? ¿Por qué no le dijo nada? Sacudió la cabeza y libró sus pensamientos negativos. Seguro el tendría una buena excusa. Seguro se mudó de hotel y se estaba instalando de nuevo.





Al bajar, se encontró con su primo Liam en la cocina, quién se percató de que algo le estaba sucediendo a la morena.

-¿Qué te pasa primita? Te veo desanimada.

-No es nada –murmuró.

Se sentó a su lado y la miró determinadamente –Cuéntame –susurró.

-Es que ha pasado algo muy extraño, Kendall está desaparecido, no me ha buscado, no me ha llamado y cuando intenté contactarlo se me hizo imposible –respondió con desánimo.

-¡Kendall! –exclamó Liam.

-Sí, Kendall.

-No, no es eso. Mariana, Kendall te dejó una carta en el buzón del correo hace unos días, la guardé en un estante de la biblioteca y olvidé dártela.

-¿Qué? ¿Cómo pudiste olvidarlo? –espetó.

-Discúlpame, de verdad. –Liam  se levantó de la silla fugazmente y fue a buscar el sobre que tenía el nombre de Mariana en su exterior. Ella le arrancó el sobre con molestia y subió a su habitación apresurada. Quería leerla sola.

«Querida Mariana, te escribo en este pedazo de papel porque no fui capaz de decirte esto en la cara. Me voy de California Heights, seguro cuando leas estas letras es posible que ya me encuentre en Los Ángeles y posiblemente no vuelva a regresar a ese lugar. Sé que soy un cobarde pero no podía decirte eso y partirte el corazón, no soportaría verte sufrir por mí, yo no lo valgo.

El principal motivo de mi partida es por una llamada que recibí, Steven Spielberg me llamó para hacer la película con él, ¿no es genial? Espero que te agrade saberlo, pues sabes lo tanto que había querido obtener el protagónico en esa película.

Quisiera que supieras que pasé grandes momentos junto a ti, gracias por estar a mi lado y ser tan amable y paciente conmigo, yo no lo merecía pero tú no desististe.   Lo que más me gustó fue besar tus labios aquella noche, siempre recordaré ese dulce sabor que dejaste en mi boca, esas caricias y esa mirada tan tierna. Tú me robaste el corazón y es importante que sepas que te quiero y mucho.

Siempre tuyo, Kendall. »

Las lágrimas se esparcían con mucha rapidez por las mejillas de Mariana, estaba desolada. Arrugó con fuerza la carta que recién había leído y la lanzó contra la pared y se rompió en llanto hasta la siguiente mañana.

Su primo entró a su habitación pues comenzó a preocuparse cuando la chica no bajó a desayunar. Se había pasado la hora para abrir la librería y ni siquiera había dado alguna señal de que ese día iba a abrir. Lo mismo sucedió los dos días siguientes. Mariana pasó tres días seguidos encerrada en su habitación, sin correr las cortinas ni dejar entrar claridad al lugar. No comía, no hablaba con su primo, tan solo dormía, solo así podría pasar tanta tristeza.

-Mariana, estoy muy preocupado por ti –le murmuró Liam, sentado en la orilla de su cama-, ¿qué sucede linda? Desde que te entregué esa carta no has bajado a probar un bocado, ni siquiera has ido a tu trabajo que era lo más importante para ti. –La chica seguía sin hablar –Mariana, tu madre te llamó hace dos días, está preocupada  porque no le has devuelto la llamada, ya no sé que excusa inventarle. Mariana, Marianita por favor, di algo.

-Quiero estar sola –murmuró.

-Pero Mariana…

-Quiero estar sola –repitió interrumpiendo a su primo. Liam suspiró y dejó la habitación. Se sentía impotente, no sabía como ayudarla.

A las siete de la mañana del día siguiente, la chica se levantó. Corrió levemente la cortina y dejó que entrara un poco de claridad a su habitación. Elevó medio cuerpo hasta quedar sentada en la cama, suspiró profundamente y terminó e salir de ella. Se metió a su cuarto de baño y apreció su rostro en el espejo; ojeras enormes, cabello desaliñado, labios quebrados y los ojos hinchados de llanto. Estaba totalmente demacrada.

Al verse detenidamente echó un bostezo y se metió a la regadera. Se dio un largo baño de agua caliente, se vistió y se maquilló el rostro, arregló su cabello y bajó a la cocina. Como lo hubiera hecho un día cualquiera.

-¡Mariana, saliste! Bendito sea Dios –Exclamó su primo con un tono de felicidad-, ¿estás bien?

-Perfectamente –musitó.

-¿En serio?


-Sí, en serio Liam.

-Pero si hace poco estabas encerrada en tu habitación, llorando por un motivo que no sé.

-Liam, basta de tanto preguntar, ¿quieres? –Tomó su bolso, las llaves del departamento y se dirigió a la puerta.

-¿A dónde vas?

-A desayunar, muero de hambre.

-Yo puedo prepararte algo –interrumpió.

-No, quiero desayunar en el café que está a la vuelta de la esquina. ¡Ah! Y luego iré a la librería, he perdido muchos días de trabajo.

Al decir eso se retiró. Liam estaba perplejo, su prima lo dejó sin habla. Su actitud era la que normalmente tenía, era como si nada hubiera sucedido, como si no hubiera leído la carta.

Luego de verse en el espejo Mariana reaccionó, no podía estar más así «Lloré todo lo que tenía que llorar». Luego de desayunar, abrió su local y tomó un poco de aire, debía limpiar un poco y hacer que la librería recobrara vida, al igual que su alma. Debía seguir adelante, no podía sufrir tanto por alguien que no se preocupaba por ella, por alguien que ni siquiera tuvo el valor de darle la cara. «Todo será como si nunca te hubiera conocido Kendall Schmidt».





Nota de la escritora: Por favor, si has leído éste capítulo, califícalo según tu criterio y comenta. Todos los derechos son reservados. S93N © 2013 .

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